El petróleo, como fuente energética no renovable, ya está dando señales de su agotamiento a nivel de las reservas mundiales y de su ritmo productivo. A este hecho hay que añadir el preocupante aumento de la demanda. Así pues el consumo en 10 años se incrementará en 20 millones de barriles diarios y, al mismo ritmo de crecimiento, en el 2020 la demanda rondará los 115 millones de barriles diarios. Se estima en que la tasa de caída anual en cuanto a producción corresponde a un 5 %. Esto supone que en 10 años habrá un déficit cercano a los 60 millones de barriles diarios. Cifras alarmantes que demuestran la insostenibilidad de este recurso energético.
EEUU es el primer consumidor de petróleo (25 % del total) y ha incrementado su demanda en un 17% en la última década, mientras Europa lo hizo en un 7 %. Resaltar el incremento del 47 % en el Estado español (consumo de más de 1,5 millones de barriles diarios) que también contrasta con el de los países de la Unión.
Cada estadounidense consume 18 veces más petróleo que un Chino. Si China consumiera en la misma proporción que los americanos necesitaría de 90 millones de barriles diarios, casi 15 millones más que toda la producción mundial diaría (según consumo por día en 2001).
El petroleo se acaba y Estados Unidos, principal consumidor, se ve incapaz en afrontar un cambio hacia las fuentes de energía alternativas. Los intereses económicos del imperio dependen demasiado del oro negro y su "way of live" no está dispuesta a racionalizar el gasto energético para la sostenibilidad del planeta. Necesitan insuflar a sus mercados más oferta y por ello tienen puesto los ojos sobre la región del rais Saddam Hussein. Pero aún controlando las reservas de Irak, que pueden suponer un balón de oxígeno temporal para el equilibrio económico americano, el horizonte global de esta substancia contaminante no se vislumbra más allá de 40 años. Y despues ¿qué? Quizás entonces el planeta, ya profundamente enfermo, agonice. ¿Lo vamos a permitir?